Cada día desde nuestro nacimiento
hemos experimentado al menos 3 transiciones sumamente importantes: pasamos del
estado de vigilia, al estado de sueño, y posteriormente al estado de sueño
profundo y así alternativamente hasta que nos volvemos a despertar al día
siguiente. Algo aparentemente banal pero muy misterioso si le prestamos mayor atención.
En el estado de vigilia, nuestros
sentidos están activos y recibimos estímulos externos a través de nuestro
sistema nervioso: podemos manipular objetos del mundo físico mediante nuestro
cuerpo. Es el mundo que consideramos “real”, puesto que puede ser compartido y
contrastado con otras personas.
Pero llegado un punto de la
noche, fruto del cansancio, nuestra mente consciente cede el control, y por
arte de magia “desconectamos” nuestros sentidos físicos: nos relajamos, dejamos
de percibir estímulos externos y de actuar en el mundo para entrar en una
especie de letargo.
Este aparente letargo en realidad
no es tal, porque nuestro cerebro sigue activo realizando numerosos procesos
relacionados con la memoria y el aprendizaje como se ha encargado de estudiar
la Neurología. Nuestra mente inconsciente sigue analizando, comparando,
clasificando y proyectando imágenes que provienen bien de nuestra memoria a
largo plazo (i.e. infancia), o de los estímulos recibidos durante el día.
Se produce un fenómeno curioso:
seguimos "viendo" en sueños aunque tengamos nuestros ojos físicos cerrados, seguimos "oyendo", aunque
no haya vibraciones sonoras en nuestra habitación, "hablando" sin mover nuestra
lengua y viviendo virtualmente en un mundo
onírico. Es más, mientras estamos soñando, la mayor parte de humanos no somos
conscientes que estamos soñando, y nos despertamos bruscamente de una pesadilla
para descubrir que todo era “irreal”. Pero tranquilos, hoy no os hablaré de
Matrix.
Pasados aproximadamente 90
minutos hay un punto tras en que entramos en una nueva fase de sueño profundo, donde la actividad cerebral se ralentiza al máximo. Es la fase
en la que realmente nuestro cuerpo y mente está descansando y donde el sueño es
de verdad reparador. Es el momento en el que estamos más cerca de la "no existencia”
o “vacío”, quizás el estado más cercano al coma o a la muerte.
Transcurridos otros 90-120
minutos, nuestro cerebro se reactiva y volvemos a soñar activamente y así sucesivamente
alternando ciclos de sueño, REM, sueño profundo hasta el despertar de un nuevo
amanecer.
La ciencia moderna puede
distinguir claramente entre estos distintos estados de vigilia midiendo las
ondas cerebrales: ondas beta estamos despiertos y excitados, alfa cuando
estamos despiertos y relajados, ondas theta cuando estamos soñando/imaginando,
y ondas delta cuando estamos en sueño profundo sin soñar. Es un hecho
contrastado mediante electroencefalogramas.
Pero la mayoría de veces no recordamos nada de cuando estábamos dormidos y la
noche es simplemente un paréntesis entre días.
A modo de anécdota, Salvador Dalí se dormía en un sofá con una
cuchara en la mano, con la esperanza de que cuando se quedara dormido, la
cuchara caería al suelo y se despertaría súbitamente y recordando su sueño. No
es de extrañar que una corriente artística como el Surrealismo se interesara
por el descubrimiento de Freud y el inconsciente. ¿Pero fue realmente Freud el “descubridor”
del Inconsciente?
Los ntiguos filósofos y sabios de
India distinguieron hace más de 5.000 años en textos como el Mandukya Upanishad
entre estos 3 distintos niveles de realidad a los que tenemos acceso en función
de nuestro estado de vigilia:
- Verde: Esfera Material (“Gross Realm” en inglés) => Estado de Vigilia
- Azul claro: Esfera Sútil (“Subtle Realm” en inglés) => Estado de Sueño
- Azul oscuro: Esfera Causal (“Causal Realm” en inglés) => Estado de Sueño Profundo (sin sueño)
Aunque para el lector medio
occidental, sumamente condicionado por la visión materialista predominante en
la sociedad actual, esta concepción oriental del plano material, sutil y causal
pueda resultar “extraña”, no hay que olvidar que la misma cuna de la filosofía
occidental ya postulaba la existencia de dichos planos sutiles y causales, como
por ejemplo el Mundo de las Ideas en el mito de la caverna de Platón hace 2.000
años. ¿Pero a quien le importa hoy Platón? Prosigamos.
Si tomamos por ejemplo las
Matemáticas, podríamos discutir si existen realmente y pertenecen a la Esfera Sutil/Causal,
puesto que son inmateriales y universales. Pero… ¿tienen una existencia propia previa? ¿O por
el contrario son una invención puramente humana?
El Hombre tiene una capacidad
única respecto al resto de los animales: puede planificar, imaginar, calcular y
operar con abstracciones o ideas inmateriales (ver los estadios cognitivos dePiaget ).
En otras palabras, ¡puede acceder y operar con “objetos” de la esfera sutil
mientras está despierto! Podemos “soñar despiertos” pero también podemos
concentrarnos y quedarnos absortos en una idea compleja y abstracta en medio
del tumulto de la ciudad. Somos realmente únicos y excepcionales en este
sentido puesto que podemos acceder con cierta facilidad a ciertas áreas de la
Esfera Sutil (p.e. la memoria individual, nuestros recuerdos) con plena
consciencia.
Pero los sabios y yoguis de India
no se conformaron con esto, y decidieron seguir explorando su consciencia
interior, accediendo a los planos sutil y causal más profundos con plena
consciencia a partir de técnicas como la meditación, la contemplación y el yoga
nidra (sueño yoguico).
¿Pero acaso es esto posible? ¿Podemos desarrollar el control mental
para pasar voluntariamente de un estado de vigilia a otro con plena consciencia?
¿Qué ventajas reportaría esta supuesta capacidad para el Hombre para acceder a
estas otras esferas?
La respuesta a mi entender es afirmativa,
puesto que existen numerosos experimentos empíricos que demuestran que
meditadores experimentados como los maestros yoguis pueden generar ondas
electromagnéticas de tipo beta, alfa, theta y delta a voluntad (ver este paper
por ejemplo).
Si esto os parece increíble,
señalar que ciertos estados de trance
como la hipnosis emiten ondas theta aunque el sujeto hipnotizado esté
fisiológicamente despierto. El paciente puede acceder a recuerdos de su
infancia que tenía bloqueados, o incluso ser operado sin anestesia sin sentir
dolor.
La Esfera Sutil
Generalmente se considera en
Occidente que lo material es previo a lo mental. Hay una buena razón para ello:
si le cortamos la cabeza a alguien, su actividad mental cesará (no voy a ser yo quien intente
negar esta afirmación mediante experimento). La mente se considera el
misterioso producto de las interacciones eléctricas de las neuronas de nuestro
cerebro físico. Sin cerebro no hay mente nos dice Occidente.
A nivel sociológico, concepciones
filosóficas como el materialismo histórico de Marx postulan la preponderancia
de los aspectos materialistas: la infraestructura de medios de producción
determina la estructura (sociedad), que a su vez determina la superestructura
(ideología).
Sin embargo, existe una
bidireccionalidad o interrelación mutua entre la Esfera Material y la Esfera
Sutil (mental). La voluntad humana es una energía sutil que causa
transformaciones en el mundo físico, ese es un hecho también innegable. ¿Dónde
reside esta fuerza de voluntad?
El liderazgo (entendido como capacidad
para influir en las mentes y corazones de los demás) es fuente de transformaciones aún
mayores. Existen “singularidades” o “personajes históricos” como Jesús, Buda
(sin ganas de entrar en discusiones estériles) o contemporáneos como Martin
Luther King, Gandhi, Nelson Mandela que han influido profundamente en el mundo,
y su fortaleza provenía de la fuerza de sus ideas, de la esfera sutil.
Incluso en un mundo aparentemente
tan materialista como el nuestro, la publicidad, la opinión pública, los medios
de comunicación, la educación son ejemplos cotidianos de que quién controla la
Esfera Sutil con habilidad, puede controlar en cierta forma lo que acontece en
la Esfera Material.
En el mundo de los negocios, un
visionario como Steve Jobs logró convertir una empresa en dificultades como
Apple en la más capitalizada del mundo. En su biografía, se cita numerosas
veces el “campo de distorsión” de Steve Jobs, que consistía en una capacidad
casi mágica para convencer a la gente para realizar cosas aparentemente
imposibles. Su famoso discurso en Stanford es
una muestra de la fortaleza que puede tener una visión y la importancia de la
esfera sutil.
En el ámbito personal, no podemos
concebir nuestra identidad sin memoria. Somos una inmensa colección de apegos y
aversiones a distintos objetos físicos y mentales acumulados y reforzados a lo
largo de los años. Este conjunto de pulsiones sutiles forman nuestro ego,
nuestra personalidad y condicionan nuestra percepción de la realidad y conducta
en el mundo físico. Sin ellos no somos nosotros.
Aunque inmaterial, parece pues
una hipótesis plausible la existencia de una esfera sutil, compuesta de este
universo de energías o pulsiones mentales (por cierto, un tal Einstein decía
algo así como E=MC2, así que tampoco me queda muy clara la frontera clásica entre
lo material e inmaterial).
La Esfera Causal
Si ya es difícil conjeturar sobre
la existencia de una Esfera Sutil, mucho más difícil es tratar sobre la Esfera
Causal (forma elegante de decir que escapa a mi pleno entendimiento) Según los
maestros yoguis, cuando estamos en la fase de sueño profundo, la actividad se
reduce al mínimo, a un estado de consciencia sin pensamientos, una especie de “vacío”.
En esta Nada o Vacío, no hay formas, pero si hay “arquetipos”, “potencialidad”
y “conocimiento”. La Esfera Causal es la matriz generadora y creadora, el
germen del resto de cosas e imágenes presentes en la Esfera Material y Sutil.
Las referencias al concepto
budista de Nirvana serán inmediatas para muchos de vosotros. Las analogías entre las transiciones Vigilia/Sueño/SueñoProfundo y las
transiciones de Nacimiento/Vida/Muerte y el ciclo de reencarnaciones
budistas son también obvias desde esta perspectiva (véase el Libro tibetano delos Muertos y su concepto de bardo).
Fenómenos actualmente “acientíficos” como acceder a la memoria colectiva o de
vidas pasadas sería plausible bajo este nuevo prisma. Un poco como cuando los
Caballeros Jedi de la Guerra de las Galaxias se comunican por telepatía con sus
maestros ya difuntos, o utilizan la telekinesia (sí, me gusta mucho el cine
fantástico).
¿Pero cómo diablos puede el vacío
crear algo? Según estas teorías orientales, este vacío está inundado de
conocimiento latente. Tomemos como analogía una semilla: el ADN contiene la
información latente, la potencialidad de germinar, bajo las condiciones
ambientales adecuadas (agua, abono, luz solar), y llegar a manifestarse y convertirse
en un árbol. La secuencia de ADN (información/conocimiento) encapsulada en la
semilla posee dicha potencialidad. El pastel, antes de ser pastel, es una
receta.
En física, las ondas de
electromagnéticas de radio parecen totalmente invisibles e inexistentes para
nuestros sentidos físicos, pero si disponemos del hardware adecuado (antena,
receptor, decodificador, altavoz, etc…) podemos escuchar la información latente
que estaba en ellas en forma de vibración y energía. Todo es cuestión sintonización
con dichas ondas “invisibles”. Algo tan banal hoy en día como la televisión,
los smartphones o la radio le hubiesen parecido autentica magia a nuestros
antepasados.
La hipótesis de Oriente es que
accediendo a dichos estados de consciencia, podemos en cierta forma
“sintonizar”, entrar en “vibración” con nuestra vocación vital, con nuestra
misión en el mundo, y ser los vehículos transmisores en el mundo de dicho
potencial latente en la esfera Causal (el fenómeno de la Sincronicidad descrito
por el psicólogo C.J Jung y el físico cuántico Wolfgang Pauli tendría sentido
en este contexto).
Obviamente, el 99,9999999999% de dichas visiones o revelaciones serán puras
alucinaciones y proyecciones de nuestro inconsciente, que aparte de falsas
pueden llegar a ser extremadamente dañinas y peligrosas. Pueden ser también
utilizadas por sectas o falsos gurús, por lo que es un tema que exige suma
cautela o guardarse en secreto.
¿Pero qué implicaría si tan sólo un
0, 0000000001% de dichas experiencias fueran verdaderas?
Según los Yoguis, la Intuición (con
mayúsculas) o Conocimiento verdadero proviene de dicha Esfera Causal. Si
accedemos de forma consciente a dicho plano y aprendemos a “escuchar”
silenciosamente, el Conocimiento se revela de forma espontánea. Es como si las
distintas ramas de las Matemáticas hubiesen estado allí eternamente en estado latente
de “potencialidad”, esperando pacientemente a manifestarse (o ser
redescubiertas). Puede sonar extraño, pero numerosos descubrimientos
científicos provienen en realidad de intuiciones fugaces y dichos “fogonazos” posteriormente
se articulan en teorías y racionamientos formales sesudos (el famoso ejemplo de
la cadena de benceno surgida de un sueño de serpiente).
Los científicos que han vivido
una experiencia de este tipo explican que tenían la certeza absoluta en el
fondo de su Ser que esa intuición era verdadera, y a partir de ese germen
desarrollaron sus teorías. Sólo basta leer un poco de Historia de la Ciencia,
para ver la enorme transcendencia de estos momentos brillantes y espontáneos de
Eureka.
No es extraño que algunos
destacados físicos cuánticos como Wolfgang Pauli, David Bohm, Heisenberg,
Schrödinger, Einstein, Sir A. Eddington
suenen casi como místicos: descubrimientos como el Entrelazamientocuántico, paradoja del Gato de Schrödinger, el principio de
incertidumbre, la dualidad partícula-onda parecen ciencia ficción.
Destacados físicos clásicos como
Isaac Newton o Johannes Kepler también podrían considerarse como místicos en
cierto sentido, y sin embargo hicieron avanzar la Física a pasos agigantados.
Si volvemos a ejemplos más
mundanos, cuando estamos bloqueados ante un problema, a veces lo mejor es
relajarse y desconectar, y sólo entonces cuando nos habíamos olvidado por
completo del problema la solución llega sola como por arte de magia.
La Creatividad, la Inspiración o
como queramos denominarlo, se ha considerado generalmente un hecho accidental,
no controlable, pero en esta primera entrada del blog he considerado
interesante el hecho de difundir que otras culturas opinan que se puede acceder
de forma consciente y sistemática a estados como el sueño profundo de
forma totalmente consciente en lugar de forma inconsciente como lo hacemos cada
noche.
Hizo falta aparición de Sigmund
Freud y Carl Jung en el siglo XX para redescubrir que nuestro “yo” consciente en
realidad estaba controlado básicamente por el Inconsciente y que mediante
técnicas como el psicoanálisis pudiésemos descubrir patrones emocionales
inconscientes subyacentes en nuestra conducta. Algo que los Yoguis ya sabían
desde hace 5.000 años…
Quizás Occidente ha sido
brillante en la exploración científica del mundo material. Pero quizás también
es tiempo de tener humildad, reconocer que gracias a esos 5.000 años de estudio
sistemático de la Consciencia, la cultura oriental quizás nos lleva “cierta”
ventaja en la exploración del plano sutil y causal. Deberíamos estar cuando
menos abiertos a estas visiones del mundo que a priori nos resultan “extrañas”
o “curiosas” desde nuestro paradigmas actuales.
Obviamente, la discusión
subyacente entre estas visiones opuestas entre Occidente y Oriente se basa en
la relación entre Materia y Consciencia. El problema filosófico en Occidente es
explicar el surgimiento de la Consciencia a partir de la Materia inerte. En
cambio para Oriente tal problema carece totalmente de sentido (como Wittgenstein
y su mosca en la botella), puesto que Materia y Consciencia están
indisolublemente unidos, desde la escala más micro (átomos, quarks) hasta la
escala macro si contemplamos atentamente.
Espero que esta primera entrada
no haya asustado demasiado y os haya despertado la curiosidad por este blog ¡Felices
sueños!