sábado, 1 de junio de 2013

Vigilia, sueño y sueño profundo

Uno de los objetivos de este blog es profundizar sobre aspectos de la vida cotidiana sobre los que no prestamos suficiente atención. Como primera entrada, vamos a empezar fuerte golpeando lo que damos por sentado.

Cada día desde nuestro nacimiento hemos experimentado al menos 3 transiciones sumamente importantes: pasamos del estado de vigilia, al estado de sueño, y posteriormente al estado de sueño profundo y así alternativamente hasta que nos volvemos a despertar al día siguiente. Algo aparentemente banal pero muy misterioso si le prestamos mayor atención.

En el estado de vigilia, nuestros sentidos están activos y recibimos estímulos externos a través de nuestro sistema nervioso: podemos manipular objetos del mundo físico mediante nuestro cuerpo. Es el mundo que consideramos “real”, puesto que puede ser compartido y contrastado con otras personas.

Pero llegado un punto de la noche, fruto del cansancio, nuestra mente consciente cede el control, y por arte de magia “desconectamos” nuestros sentidos físicos: nos relajamos, dejamos de percibir estímulos externos y de actuar en el mundo para entrar en una especie de letargo.

Este aparente letargo en realidad no es tal, porque nuestro cerebro sigue activo realizando numerosos procesos relacionados con la memoria y el aprendizaje como se ha encargado de estudiar la Neurología. Nuestra mente inconsciente sigue analizando, comparando, clasificando y proyectando imágenes que provienen bien de nuestra memoria a largo plazo (i.e. infancia), o de los estímulos recibidos durante el día.

Se produce un fenómeno curioso: seguimos "viendo" en sueños aunque tengamos nuestros  ojos físicos cerrados, seguimos "oyendo", aunque no haya vibraciones sonoras en nuestra habitación, "hablando" sin mover nuestra lengua y viviendo virtualmente en un mundo onírico. Es más, mientras estamos soñando, la mayor parte de humanos no somos conscientes que estamos soñando, y nos despertamos bruscamente de una pesadilla para descubrir que todo era “irreal”. Pero tranquilos, hoy no os hablaré de Matrix.

Pasados aproximadamente 90 minutos hay un punto tras en que entramos en una nueva fase de sueño profundo, donde la actividad cerebral se ralentiza al máximo. Es la fase en la que realmente nuestro cuerpo y mente está descansando y donde el sueño es de verdad reparador. Es el momento en el que estamos más cerca de la "no existencia” o “vacío”, quizás el estado más cercano al coma o a la muerte.

Transcurridos otros 90-120 minutos, nuestro cerebro se reactiva y volvemos a soñar activamente y así sucesivamente alternando ciclos de sueño, REM, sueño profundo hasta el despertar de un nuevo amanecer.

La ciencia moderna puede distinguir claramente entre estos distintos estados de vigilia midiendo las ondas cerebrales: ondas beta estamos despiertos y excitados, alfa cuando estamos despiertos y relajados, ondas theta cuando estamos soñando/imaginando, y ondas delta cuando estamos en sueño profundo sin soñar. Es un hecho contrastado mediante electroencefalogramas. Pero la mayoría de veces no recordamos nada de cuando estábamos dormidos y la noche es simplemente un paréntesis entre días.

A modo de anécdota,  Salvador Dalí se dormía en un sofá con una cuchara en la mano, con la esperanza de que cuando se quedara dormido, la cuchara caería al suelo y se despertaría súbitamente y recordando su sueño. No es de extrañar que una corriente artística como el Surrealismo se interesara por el descubrimiento de Freud y el inconsciente. ¿Pero fue realmente Freud el “descubridor” del Inconsciente?

Los ntiguos filósofos y sabios de India distinguieron hace más de 5.000 años en textos como el Mandukya Upanishad entre estos 3 distintos niveles de realidad a los que tenemos acceso en función de nuestro estado de vigilia:
 
  • Verde: Esfera Material  (“Gross Realm” en inglés) => Estado de Vigilia
  • Azul claro: Esfera Sútil (“Subtle Realm” en inglés) => Estado de Sueño
  • Azul oscuro: Esfera Causal (“Causal Realm” en inglés) => Estado de Sueño Profundo (sin sueño)
Aunque para el lector medio occidental, sumamente condicionado por la visión materialista predominante en la sociedad actual, esta concepción oriental del plano material, sutil y causal pueda resultar “extraña”, no hay que olvidar que la misma cuna de la filosofía occidental ya postulaba la existencia de dichos planos sutiles y causales, como por ejemplo el Mundo de las Ideas en el mito de la caverna de Platón hace 2.000 años. ¿Pero a quien le importa hoy Platón? Prosigamos.

Si tomamos por ejemplo las Matemáticas, podríamos discutir si existen realmente y pertenecen a la Esfera Sutil/Causal, puesto que son inmateriales y universales. Pero…  ¿tienen una existencia propia previa? ¿O por el contrario son una invención puramente humana?

El Hombre tiene una capacidad única respecto al resto de los animales: puede planificar, imaginar, calcular y operar con abstracciones o ideas inmateriales (ver los estadios cognitivos dePiaget ). En otras palabras, ¡puede acceder y operar con “objetos” de la esfera sutil mientras está despierto! Podemos “soñar despiertos” pero también podemos concentrarnos y quedarnos absortos en una idea compleja y abstracta en medio del tumulto de la ciudad. Somos realmente únicos y excepcionales en este sentido puesto que podemos acceder con cierta facilidad a ciertas áreas de la Esfera Sutil (p.e. la memoria individual, nuestros recuerdos) con plena consciencia.

Pero los sabios y yoguis de India no se conformaron con esto, y decidieron seguir explorando su consciencia interior, accediendo a los planos sutil y causal más profundos con plena consciencia a partir de técnicas como la meditación, la contemplación y el yoga nidra (sueño yoguico).

¿Pero acaso es esto posible? ¿Podemos desarrollar el control mental para pasar voluntariamente de un estado de vigilia a otro con plena consciencia? ¿Qué ventajas reportaría esta supuesta capacidad para el Hombre para acceder a estas otras esferas?

La respuesta a mi entender es afirmativa, puesto que existen numerosos experimentos empíricos que demuestran que meditadores experimentados como los maestros yoguis pueden generar ondas electromagnéticas de tipo beta, alfa, theta y delta a voluntad (ver este paper por ejemplo).

Si esto os parece increíble, señalar que  ciertos estados de trance como la hipnosis emiten ondas theta aunque el sujeto hipnotizado esté fisiológicamente despierto. El paciente puede acceder a recuerdos de su infancia que tenía bloqueados, o incluso ser operado sin anestesia sin sentir dolor.

La Esfera Sutil

Generalmente se considera en Occidente que lo material es previo a lo mental. Hay una buena razón para ello: si le cortamos la cabeza a alguien, su actividad  mental cesará (no voy a ser yo quien intente negar esta afirmación mediante experimento). La mente se considera el misterioso producto de las interacciones eléctricas de las neuronas de nuestro cerebro físico. Sin cerebro no hay mente nos dice Occidente.

A nivel sociológico, concepciones filosóficas como el materialismo histórico de Marx postulan la preponderancia de los aspectos materialistas: la infraestructura de medios de producción determina la estructura (sociedad), que a su vez determina la superestructura (ideología).

Sin embargo, existe una bidireccionalidad o interrelación mutua entre la Esfera Material y la Esfera Sutil (mental). La voluntad humana es una energía sutil que causa transformaciones en el mundo físico, ese es un hecho también innegable. ¿Dónde reside esta fuerza de voluntad?

El liderazgo (entendido como capacidad para influir en las mentes y corazones de los demás) es fuente de transformaciones aún mayores. Existen “singularidades” o “personajes históricos” como Jesús, Buda (sin ganas de entrar en discusiones estériles) o contemporáneos como Martin Luther King, Gandhi, Nelson Mandela que han influido profundamente en el mundo, y su fortaleza provenía de la fuerza de sus ideas, de la esfera sutil.

Incluso en un mundo aparentemente tan materialista como el nuestro, la publicidad, la opinión pública, los medios de comunicación, la educación son ejemplos cotidianos de que quién controla la Esfera Sutil con habilidad, puede controlar en cierta forma lo que acontece en la Esfera Material.

En el mundo de los negocios, un visionario como Steve Jobs logró convertir una empresa en dificultades como Apple en la más capitalizada del mundo. En su biografía, se cita numerosas veces el “campo de distorsión” de Steve Jobs, que consistía en una capacidad casi mágica para convencer a la gente para realizar cosas aparentemente imposibles. Su famoso discurso en Stanford es una muestra de la fortaleza que puede tener una visión y la importancia de la esfera sutil.

En el ámbito personal, no podemos concebir nuestra identidad sin memoria. Somos una inmensa colección de apegos y aversiones a distintos objetos físicos y mentales acumulados y reforzados a lo largo de los años. Este conjunto de pulsiones sutiles forman nuestro ego, nuestra personalidad y condicionan nuestra percepción de la realidad y conducta en el mundo físico. Sin ellos no somos nosotros.

Aunque inmaterial, parece pues una hipótesis plausible la existencia de una esfera sutil, compuesta de este universo de energías o pulsiones mentales (por cierto, un tal Einstein decía algo así como E=MC2, así que tampoco me queda muy clara la frontera clásica entre lo material e inmaterial).

La Esfera Causal

Si ya es difícil conjeturar sobre la existencia de una Esfera Sutil, mucho más difícil es tratar sobre la Esfera Causal (forma elegante de decir que escapa a mi pleno entendimiento) Según los maestros yoguis, cuando estamos en la fase de sueño profundo, la actividad se reduce al mínimo, a un estado de consciencia sin pensamientos, una especie de “vacío”. En esta Nada o Vacío, no hay formas, pero si hay “arquetipos”, “potencialidad” y “conocimiento”. La Esfera Causal es la matriz generadora y creadora, el germen del resto de cosas e imágenes presentes en la Esfera Material y Sutil.

Las referencias al concepto budista de Nirvana serán inmediatas para muchos de vosotros. Las analogías entre las transiciones Vigilia/Sueño/SueñoProfundo y las transiciones de Nacimiento/Vida/Muerte y el ciclo de reencarnaciones budistas son también obvias desde esta perspectiva (véase el Libro tibetano delos Muertos y su concepto de bardo). Fenómenos actualmente “acientíficos” como acceder a la memoria colectiva o de vidas pasadas sería plausible bajo este nuevo prisma. Un poco como cuando los Caballeros Jedi de la Guerra de las Galaxias se comunican por telepatía con sus maestros ya difuntos, o utilizan la telekinesia (sí, me gusta mucho el cine fantástico).

¿Pero cómo diablos puede el vacío crear algo? Según estas teorías orientales, este vacío está inundado de conocimiento latente. Tomemos como analogía una semilla: el ADN contiene la información latente, la potencialidad de germinar, bajo las condiciones ambientales adecuadas (agua, abono, luz solar), y llegar a manifestarse y convertirse en un árbol. La secuencia de ADN (información/conocimiento) encapsulada en la semilla posee dicha potencialidad. El pastel, antes de ser pastel, es una receta.

En física, las ondas de electromagnéticas de radio parecen totalmente invisibles e inexistentes para nuestros sentidos físicos, pero si disponemos del hardware adecuado (antena, receptor, decodificador, altavoz, etc…) podemos escuchar la información latente que estaba en ellas en forma de vibración y energía. Todo es cuestión sintonización con dichas ondas “invisibles”. Algo tan banal hoy en día como la televisión, los smartphones o la radio le hubiesen parecido autentica magia a nuestros antepasados.

La hipótesis de Oriente es que accediendo a dichos estados de consciencia, podemos en cierta forma “sintonizar”, entrar en “vibración” con nuestra vocación vital, con nuestra misión en el mundo, y ser los vehículos transmisores en el mundo de dicho potencial latente en la esfera Causal (el fenómeno de la Sincronicidad descrito por el psicólogo C.J Jung y el físico cuántico Wolfgang Pauli tendría sentido en este contexto). Obviamente, el 99,9999999999% de dichas visiones o revelaciones serán puras alucinaciones y proyecciones de nuestro inconsciente, que aparte de falsas pueden llegar a ser extremadamente dañinas y peligrosas. Pueden ser también utilizadas por sectas o falsos gurús, por lo que es un tema que exige suma cautela o guardarse en secreto.

¿Pero qué implicaría si tan sólo un 0, 0000000001% de dichas experiencias fueran verdaderas?

Según los Yoguis, la Intuición (con mayúsculas) o Conocimiento verdadero proviene de dicha Esfera Causal. Si accedemos de forma consciente a dicho plano y aprendemos a “escuchar” silenciosamente, el Conocimiento se revela de forma espontánea. Es como si las distintas ramas de las Matemáticas hubiesen estado allí eternamente en estado latente de “potencialidad”, esperando pacientemente a manifestarse (o ser redescubiertas). Puede sonar extraño, pero numerosos descubrimientos científicos provienen en realidad de intuiciones fugaces y dichos “fogonazos” posteriormente se articulan en teorías y racionamientos formales sesudos (el famoso ejemplo de la cadena de benceno surgida de un sueño de serpiente).

Los científicos que han vivido una experiencia de este tipo explican que tenían la certeza absoluta en el fondo de su Ser que esa intuición era verdadera, y a partir de ese germen desarrollaron sus teorías. Sólo basta leer un poco de Historia de la Ciencia, para ver la enorme transcendencia de estos momentos brillantes y espontáneos de Eureka.

No es extraño que algunos destacados físicos cuánticos como Wolfgang Pauli, David Bohm, Heisenberg, Schrödinger, Einstein,  Sir A. Eddington suenen casi como místicos: descubrimientos como el Entrelazamientocuántico, paradoja del Gato de Schrödinger, el principio de incertidumbre, la dualidad partícula-onda parecen ciencia ficción.

Destacados físicos clásicos como Isaac Newton o Johannes Kepler también podrían considerarse como místicos en cierto sentido, y sin embargo hicieron avanzar la Física a pasos agigantados.

Si volvemos a ejemplos más mundanos, cuando estamos bloqueados ante un problema, a veces lo mejor es relajarse y desconectar, y sólo entonces cuando nos habíamos olvidado por completo del problema la solución llega sola como por arte de magia.

La Creatividad, la Inspiración o como queramos denominarlo, se ha considerado generalmente un hecho accidental, no controlable, pero en esta primera entrada del blog he considerado interesante el hecho de difundir que otras culturas opinan que se puede acceder de forma consciente y sistemática a estados como el sueño profundo de forma totalmente consciente en lugar de forma inconsciente como lo hacemos cada noche.

Hizo falta aparición de Sigmund Freud y Carl Jung en el siglo XX para redescubrir que nuestro “yo” consciente en realidad estaba controlado básicamente por el Inconsciente y que mediante técnicas como el psicoanálisis pudiésemos descubrir patrones emocionales inconscientes subyacentes en nuestra conducta. Algo que los Yoguis ya sabían desde hace 5.000 años…

Quizás Occidente ha sido brillante en la exploración científica del mundo material. Pero quizás también es tiempo de tener humildad, reconocer que gracias a esos 5.000 años de estudio sistemático de la Consciencia, la cultura oriental quizás nos lleva “cierta” ventaja en la exploración del plano sutil y causal. Deberíamos estar cuando menos abiertos a estas visiones del mundo que a priori nos resultan “extrañas” o “curiosas” desde nuestro paradigmas actuales.

Obviamente, la discusión subyacente entre estas visiones opuestas entre Occidente y Oriente se basa en la relación entre Materia y Consciencia. El problema filosófico en Occidente es explicar el surgimiento de la Consciencia a partir de la Materia inerte. En cambio para Oriente tal problema carece totalmente de sentido (como Wittgenstein y su mosca en la botella), puesto que Materia y Consciencia están indisolublemente unidos, desde la escala más micro (átomos, quarks) hasta la escala macro si contemplamos atentamente.

Espero que esta primera entrada no haya asustado demasiado y os haya despertado la curiosidad por este blog ¡Felices sueños!